Dinero y Banca

Utilizando el teorema de regresión de Mises, podemos deducir que no es posible que el dinero haya surgido por un decreto gubernamental como sugiere la teoría monetaria moderna (TMM).

Murray Rothbard no necesitó explicarme en el autobús por qué Berlín Oriental, el llamado París de Europa del Este, era un vertedero desvencijado. Ya me lo había explicado en sus numerosos escritos.

A medida que la oferta monetaria se ha disparado, el dinero ha inundado las acciones, los bonos, las viviendas unifamiliares y las criptomonedas. Pero esto no se traduce en prosperidad general para los innumerables desempleados y subempleados que se enfrentan a la subida de precios.

Tan pronto como el dinero en efectivo haya sido retirado o eliminado por completo, los responsables de la política monetaria pueden aplicar una política de tipos de interés negativos sin restricciones para devaluar la deuda. Los clientes ya no pueden salir del «balance bancario»; entonces se cierra la última puerta de escape.

Un número cada vez mayor de empresas frágiles y profundamente endeudadas se han vuelto más dependientes de los rescates gubernamentales, los préstamos, las subvenciones, las prestaciones laborales de corta duración y los préstamos de los bancos centrales.

Según el pensamiento popular, es probable que el fuerte descenso de la velocidad del dinero desde junio de 2008 neutralice el efecto de los recientes y fuertes aumentos de la oferta monetaria sobre la inflación de los precios en el futuro. Esto es una falacia.

Los economistas de la corriente dominante afirman que China necesita más consumo y un mayor Estado de bienestar. Piensan que la alta tasa de ahorro de China es algo malo. Estos economistas se equivocan.

«No estoy en contra de los billetes de banco como tales... Quiero dar a todo el mundo el derecho a emitir sus propios billetes. El problema sería entonces conseguir que los demás acepten esos billetes privados; quizá nadie los acepte».

Independientemente de los conocimientos que tengamos y de las diversas ideas tecnológicas, sin una reserva creciente de ahorro real, no va a surgir la expansión del crecimiento económico.

Que Bretton Woods se llamara patrón oro fue un ejercicio de ofuscación. Sucedió por la misma razón que el TLCAN se llamó libre comercio. El Estado ha utilizado durante mucho tiempo el lenguaje de la economía de mercado como un arado para hacer pasar a su contrario.